24 de agosto de 2004

Queja

Desde que regresé de Tapachula no he hecho más que asistir a juntitas estúpidas convocadas por gente que cree que la idea genial con la que amaneció es digna de tener a diez personas discutiendo su viabilidad. Si tú eres un ciudadano respetuoso de las instituciones y que pagas tus impuestos religiosamente, entonces tal vez no quieras saber que un alto porcentaje de ellos se destina a café (malo) y galletas (malas) servidas sin descanso para que un grupo de ociosos discutan más de tres horas sobre si es conveniente cambiar el logotipo de un programa o no.

Y no crean que exagero... Pero ese no es el motivo de la queja de hoy. La verdadera queja está dirigida a mi compañera de trabajo D. D fue comisionada a coordinar una serie de actividades también estúpidas, pero que hay que entregar, mientras yo me dedicaba a lo importante. Pues sepan que D se dedico a hacerse güey todos estos días, de modo que a) tengo que atrasarme en mi trabajo; b) tengo que terminar lo que D no hizo y, c) tengo que asistir a las juntas estúpidas. Mi opción claro es dejar sin hacer lo de ella, lo cual le valdría un buen regaño, pero entonces tendría que solucionarse y acabaría haciéndolo yo. Como ven no tengo muchas alternativas. Pero ya estoy pensando en como desquitarme, ¿sugerencias?

By the way, el orgullo nacional de México perdió estrepitosamente en la carrera de hoy... bueno, no perdió llegó en segundo lugar pero... todos esperaban ese momento desde hace cuatro años, y esperaban un triunfo arrasante... No hagan caso, creo que ando de intolerante. En fin, nos vemos mañana.

Adiós

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