28 de marzo de 2006

Pájaros

De unos días para acá Enano (Enano, para los que no sepan es mi hijo, pueden ustedes ver su foto aquí nomás a su derecha) por ahí de las siete de la mañana entra en un estado sospechoso de desesperación, me despierta y me molesta hasta que lo dejo salir. Si bien era un asunto intrigante no le había puesto mucha atención hasta hoy, cuando regresó orgulloso de la azotea sosteniendo cuidadosamente un pájaro (¿gorrión?, de esos pájaros cafecitos que hay en toda la ciudad y en todas las ciudades) entre sus dientes. Lo depósito a mis pies y espero con paciencia. Por supuesto lo felicité muy efúsivamente pues ya es todo un gato, con sus habilidades completas de cazador (derrame un par de lágrimas internamente pues ya éstá creciendo, snif).

Al terminar de felicitarlo dediqué mi atención al pájaro, y aprendí algunas cosas. Tienen pulgas y muchas, guac. Al igual que las gallinas y otras aves se hacen los muertos como estrategia de supervivencia. Lo tomé con cuidado y ya que sintió mi mano calientita abrió con mucho cuidado un ojo y luego el otro (en realidad abrió los dos al mismo tiempo pero suena mejor así). Ya más en confianza comenzó a forcejear así que fui a la azotea y lo solté; salió volando sin más daño que el susto.

Moraleja. Ahora que ya ha probado las mieles de la caza, no va a dejar de despertarme a las siete de la mañana, horror.

Ahora sí ya me voy a San Luis, regreso por aquí la próxima semana.

Adiós

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