6 de marzo de 2006

Partiditos

El día de ayer, por azares del destino, estuve presente en la toma de protesta de Marcelo Ebrard como candidato al gobierno del Distrito Federal por el Partido del Trabajo. Como ustedes saben para impulsar a Andres Manuel López Obrador se formó la Coalición por el bien de todos que integra al PRD, PT y Convergencia. La idea es sumar lo más posible ante una elección que se perfila apretada, por ello el PRD aceptó el chantaje de ambos partidos (vendieron el membrete caro, exigieron demasiadas posiciones en el congreso, muchas más a las equivalentes por su peso específico).

En el DF el PRD trató de ir solo. Pero los partidos negociaron en las cúpulas nacionales y reventaron la idea del comité del DF. Entonces tuvieron que acordar con PT y Convergencia. Ese fue el motivo de una de las broncas recientes, porque entonces el grupo de Martí Batres decidió ceder distritos locales a esos partidos que naturalmente hubiera ganado IDN (Bejaranos), pero esa es otra historia.

El hecho es que ayer se realizó la susodicha asamblea en la que nadie sabía ni siquiera a que iba (me refiero a los delegados petistas). Gritos, porras, aprobación de la coalición, elección del candidato (Marcelo) todo fast track. Un absoluto control de la dirigencia que mangonea a placer a sus pequeñas bases. Una simulación pues.

Esos los hechos, ahora la reflexión. Las minorías tienen derecho a existir y a ser minoría y a buscar convertirse en mayoría (según los clásicos de la ciencia política que abordan el tema); por lo tanto no se puede impedir la existencia de partidos que representan tan solo al cuatro, seis, dos o porcentajes así de irrisorios. Está bien, existen (existimos) sectores minoritarios con derecho a representación.

Sin embargo los chiquipartidos no representan a esos sectores minoritarios, son simples espacios de negociación de candidaturas y de poder (exceptuando tal vez a los socialdemócratas, pero están tan embarrados en su escándalo simicampesino que ya ni vale la pena considerarlos). El Partido del Trabajo es de izquierda verdad, su emblema es rojo y una estrella amarilla al centro, bien izquierdoso verdad, entonces porque han hecho coaliciones con el PAN en algunas ocasiones... En realidad es un partido oscuro vinculado a Raúl Salinas. Convergencia es el espacio que se inventó Dante Delgado después que fue aplastado por la maquinaria priísta (estuvo en la cárcel, fue arrollado por Miguel Alemán y Fidel Herrera, etcétera). Hoy es un opositor con un partido (también de izquierda, o algo así, de algún tiempo para acá ya no tienen ni siquiera la verguenza de buscarse una ideología que les sirva de parapeto). Puedo seguir, pero todos tienen historias más o menos similares. El hecho es que nadie representa a las minorías en este país. O peor nadie las va a representar, pues imaginen que hoy surge un partido honorable (sí, sé que eso na pasa pero imaginénselo pues). Quién le va a creer... nacen desacreditados a priori. Esa es otra tara de nuestro sistema político. E insisto, no va a cambiar.

Adiós

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