23 de noviembre de 2004

Orlando

Regresando de Orlando me encuentro en mi oficina la situación asquerosamente tensa. Recuerdan lo que les comenté del asunto del nepotismo, pues está a punto de establecerse la sanción, y todo el mundo anda de mal genio por eso. Además los kilos de trabajo acumulado me han tenido sin poder dedicar tiempo a mi recorrido por los blogs que quiero. De hecho ya estoy como a punto de hartarme y buscar nuevas opciones laborales. Por cierto si alguien quiere darme trabajo acepto propuestas.

De mis andanzas por el vecino país del norte sólo diré que es un país extraño, en donde la noticia principal en todos los noticieros es que un jugador de basket golpeó a un aficionado (nada de Condolezza, nada de Irak, ni mucho menos de América Latina. Ahí en un cintillo bajo la imagen del jugador sonándose al hincha aparecía "Bush se reunirá con Fox mañana...").

Es un país de no fumar, para mí eso es terrible; en el aeropuerto de Atlanta existe un pequeño cuarto viejo y con la pintura calléndose en donde se arremolinan decenas de personas para fumar un cigarro, sin poder evitar la idea de que se está haciendo algo malo. La gente pasa y voltea a ver a los fumadores literalmente como enemigos, en fin es una especie de paranoia absurda.

A pesar de que busqué quien me invitara a desayunar para venderme un tiempo compartido, para dar el nombre de Crazy, pues parece que no le interesé a nadie como potencial comprador.

Orlando para su información es una calle (la parte turística) en donde sólo hay parques de diversiones, restaurantes, hoteles y el Orange County Convention Center, que es a donde yo fui. Así que fue un respiro agradable regresar.

Aunque pensándolo bien aquí las cosas andan tan mal que no debí haber regresado.

Adiós.

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