29 de julio de 2004

Ya tengo carro

Je, je, ya tengo carro otra vez. Después de ser vilmente despojado de mi carrito bonito por un maleante de esos que López Obrador dice que ya no hay, por fin pude comprar otro, y lo mejor es que es exactamente igual al que me robaron. Mismo modelo, mismo equipamiento, mismo color. Y está impecable. Dejaré de ser ciudadano de a pie una vez más. El pobre ladrón va a pensar que vive un deja vu, o que comienza a enloquecer: "a chingá, a ese güey ya le había robado el carro".

Aunque no me puedo quejar, la verdad es que el transporte público (microbuses sobre todo, porque no me acomodaba otra cosa) no fue tan mala experiencia... siempre y cuando no sea para siempre. Puedes viajar tranquilo, lees tu periódico, ves gente (se han fijado que los que viajamos en carro reducimos nuestro contacto con la gente; es obvio, pero nunca lo había pensado). En fin, lo disfute como una experiencia interesante.

No, no nací en carro, de hecho fui usuario del transporte público gran parte de mi vida; la diferencia es que antes era por obligación, ahora fue por elección (de alguna manera).

Pero estaré muy feliz de regresar a ser antropomorfo motorizado.

Adiós

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