El día de ayer me hicieron una oferta laboral muy atractiva, incluía lo que desde hace años estoy pidiendo, independencia, tranquilidad, sin horario y haciendo exactamente lo que me gusta (sí, análisis político, a poco no se nota).
Pero tenía dos problemas, era fuera de Ciudad de México, en cierta población cercana que es capital de un estado vecino al oriente (Puebla, pues). La verdad no es tanto problema moverme de domicilio, pero el verdadero problema sumado resultó ser el lugar donde se desarrollaría, en el PRI...
Estuve a punto de aceptar, pero el salpullido me recorrió el cuerpo y me vi en la penosa necesidad de decir que no. Ya todos ustedes conocen mi orientación política, pero lo que no he dicho todavía (espero que se lea entre líneas, igual y no) es que en política suelo ser coherente con mis dichos y posturas. No puedo trabajar para el PRI, es simplemente demasiada la diferencia que tengo con los usos y costumbres de ese partido.
Lástima, oportunidades así no aparecen todos los días, espero que la próxima no se tarde tanto.
Por cierto, mañana voy a estar en Monterrey, Nuevo León y hasta el martes, así que esto quedara abandonado por esos días, no se vayan, ya saben les encargo la casa.
Adiós
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