20 de septiembre de 2004

Reino de Tlaxcala

El PRD está metido ahora en una hiperbronca. Para aquellos que no estén enterados del chisme voy a hacer una breve reseña. El gobernador de Tlaxcala, Alfonso Sánchez Anaya tiene una esposa. Normal, ¿no? casi todos los gobernadores tienen esposa. Pero esta esposa tiene intereses electorales. Normal también, comenzando con el ejemplo que ha dado Marta Sahagún y que también es reproducido en Nayarit. Bueno, pero eso no es todo. La señora esposa del gobernador contendió para senadora por el estado de Tlaxcala; creo que perdió, no estoy seguro, pero llegó a la senaduría por la figura de primera minoría.

Y llegó el momento de elegir candidato del PRD para gobernador, y que contiende la señora y gana. Y entonces es cuando el PRD se enteró de los problemas que le iba a implicar... hasta entonces, no cuando contendió por la senaduría, no cuando se registró como precandidata... no.

Y el PRD decidió entonces no avalar esa elección para candidato a gorbernador y puso al candidato desde el CEN. Pero Maricarmen Ramírez (que así se llama la señora) se inconforma y acude al Tribunal Electoral, y entonces sucede lo impensable. El Tribunal decide a favor de la esposa del gobernador y mandata que el Instituto Electoral Estatal le entregue su constancia de candidata. El PRD decide entonces no ir a la elección. Es decir será candidata pero no con las siglas del PRD. Aquí es cuando el gobernador decide solicitar licencia hasta noviembre, que es cuando serán las elecciones, para que el PRD reconsidere y apoye a su esposa. Y aquí vamos.

Este es un ejemplo claro del problema de gobernabilidad en el que se encuentra el país. Absurdos de este tipo comienzan a presentarse y seguirán presentándose hasta que alguien entienda que se necesitan transformaciones a la ley. Efectivamente ahora el marco legal mexicano no impide que un conyuge suceda a su esposo o esposa. Pero existe un problema de legitimidad y hasta de honorabilidad ante situaciones así.

Por lo pronto y como están las cosas no queda más esperar que Maricarmen Ramírez pierda. Pero no debería de haber necesidad de apostarle a algo tan incierto, porque al rato vamos a estar esperando con los dedos cruzados (poniendo changuitos pues) a que Martita pierda... ¿y si no...?

Adiós

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