La mañana de hoy estuve en el centro de la delegación Tláhuac (al oriente de la Ciudad para aquel despistado que llegue aquí y no viva en el defe), y me tocó observar al Delegado (eso de Jefe Delegacional es una aberración) y al director del Metro iniciar una ruta ciclista, esas que están tan de moda hoy, para escoltar un vagón del metro que estuvo expuesto en la explanada delegacional, rumbo a los talleres en Pantitlán.
Era una historia sin chiste, hasta que me enteré que uno de los trabajadores que iba montado en el tráiler que transportaba el vagón, iba revisando las ataduras o algo así, y por mala suerte terminó apachurrado por el camión. A ese sujeto, supongo, lo vi cuando partieron y ahora está muerto por demás de una manera muy gore.
Y no es que me interese la nota roja, la idea es que al señor nunca lo vi antes, no le puse atención hoy por la mañana y seguramente no hubiera vuelto a pensar en él si no me hubiera enterado de como terminó. No sé si tenía hijas, esposa, si era buen marido o si se sonaba a la mujer cuando llegaba borracho en la noche; tampoco sé si tenía aspiraciones, si era feliz, en fin, tantas cosas.
Vamos armando nuestra vida más o menos conscientes, tenemos planes, ideas, futuro y de pronto... zaz ni planes ni ideas ni futuro. Puff, se acabo.
No es ociosa de pronto la vida, es un sinsentido y no me refiero a ningún aspecto metafísico, filosófico, religioso o whatever, simplemente a que de pronto se acaba y ya, si hiciste o dejaste de hacer pues como que no cambia gran cosa nada.
Reflexiones de domingo al medio día, ya mejor aquí lo dejo.
Adiós
9 de septiembre de 2007
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