El fin de semana pasado (en verdad que apenas voy poniéndome al corriente de los temas) el Papa Ratzinger, durante una gira en Polonia, probablemente con Auschwitz como escenario, dijo “¿Por qué Señor permaneciste en silencio, cómo pudiste tolerar esto?” refiréndose al Holocausto...
¿Quiso decir que fue culpa de Dios? es decir, acusó a Dios de haberse mantenido a la expectativa y de no intervenir. ¿Debió llegar Dios con su dedo flamígero y salvar a los millones de judios e integrantes de minorias asesinados ahí y en otros campos? Es decir que no fue culpa de un régimen militar dictatorial y que contó con el apoyo activo o pasivo de cientos de miles de alemanes y franceses y hungaros y checos y austriacos y polacos y no sé que más. No el mismo Ratzinger en su juventud integró grupos de pioneros hitlerianos...
Si yo fuera Dios lo cesaba inmediatamente, pues que se cree este señor...
Adiós
30 de mayo de 2006
29 de mayo de 2006
Bigotes
Durante mi recorrido cotidiano por los blogs que leo me di cuenta que uno de los temas recurrentes es el de la declaración de Tiziano Ferro, un italiano que dijo que las mexicanas son bigotonas y por lo tanto no pueden estar entre las más bellas del mundo (que son feas pues). Además dijó que se salva Salma Hayek, mujer por demás peluda y que seguro se rasura (o depila o lo que sea que se hagan) todos los días por la mañana.
La reacción ha sido de una indignación desmedida, prácticamente se le acusa de haber vulnerado la soberanía nacional y de haber ofendido el orgullo patrio, en fin. Si bien es una declaración de mal gusto y peligrosa si consideran que sus discos los compran las mexicanas bigotonas, el tipo puede opinar lo que le venga en gana por más misógino y racista que suene el comentario. Aquí el punto es si compran sus discos por su calidad artística (ajá) o porque el tipo es carita (digo no lo ubico pero lo supongo).
En todo caso yo propongo que me digan si creen que las mexicanas son bigotonas o no (yo en lo personal creo que son igual de mostachudas que las del resto del mundo, es decir tenemos mujeres con niveles capilares promedio, aunque claro seguro a las suecas no se les nota tanto porque son güeras, creo). O ustedes que opinan.
Adiós
La reacción ha sido de una indignación desmedida, prácticamente se le acusa de haber vulnerado la soberanía nacional y de haber ofendido el orgullo patrio, en fin. Si bien es una declaración de mal gusto y peligrosa si consideran que sus discos los compran las mexicanas bigotonas, el tipo puede opinar lo que le venga en gana por más misógino y racista que suene el comentario. Aquí el punto es si compran sus discos por su calidad artística (ajá) o porque el tipo es carita (digo no lo ubico pero lo supongo).
En todo caso yo propongo que me digan si creen que las mexicanas son bigotonas o no (yo en lo personal creo que son igual de mostachudas que las del resto del mundo, es decir tenemos mujeres con niveles capilares promedio, aunque claro seguro a las suecas no se les nota tanto porque son güeras, creo). O ustedes que opinan.
Adiós
26 de mayo de 2006
Edward James
Durante todo el tiempo que estuve ausente o semiausente hice varios viajes por el país. La mayor parte de ellos fueron de trabajo y sin gran oportunidad de dedicarme a los espacios o a las ciudades, pero hay uno en particular que quiero relatar.
Era viernes y yo tenía asuntos que tratar en Mineral o Real de Monte, Hidalgo. Así que en compañía de un buen amigo tomamos carretera desde temprano rumbo a Pachuca primero y luego hasta esa ciudad en la zona de la montaña hidalguense. Muy muy pronto terminé lo que fui a hacer de modo que me quedaba libre el fin de semana, de hecho ya habíamos planeado quedarnos en esa región y recorrer algunos pueblitos —El Chico, Huasca, San Miguel Regla— (de hecho, mi plan original era ir a San Francisco, pero precisamente ese pequeño asunto en Hidalgo frustró mi viaje para allá).
Pues bien, con todo un fin de semana enfrente decidimos recorrer el pequeño pueblo, de modo que para las cinco de la tarde ya conocíamos dos museos (la mina y un hospital), todas las calles y ya habíamos comido (pastes por supuesto). Fue entonces que a alguien se le ocurrió la claridosa idea de sacar un mapa y decir ¿y si vamos a la casa de Edward James?, mira se ve cerquita; vi el plano, calculé unos trescientos kilómetros y dije "bueno, pues son las cinco, llegamos a las nueve, dormimos por ahí y mañana amanecemos allá". Decidido y tomamos carretera...
Resulta que la carretera era el monumento a la curva, ¿conocen la Pera?, esa curva famosa en la autopista México-Cuernavaca... pues seguro la hicieron para recordar esta carretera. No me quejo, el paisaje era estático, pasamos de bosque de coníferas a desierto a bosque otra vez y luego a selva subtropical, mientras subiamos y bajabamos cerros y más cerros, fue una ruta verdaderamente memorable. Pero alrededor de las diez de la noche apenas íbamos llegando a Huejutla, que es ya la Huasteca (hidalguense), de modo que mi cuerpecito (yo iba manejando) dijo "aquí nos quedamos"; buscamos hotel y salimos a recorrer la ciudad (si no la conocen no se han perdido de nada), buscamos algún antro, pero por suepuesto no dimos con ninguno, así que regresamos al hotel y asaltamos el refri de las chelas (le dijimos al encargado que ya le urgía irse a dormir "ve, tranquilo, descansa, y mañana nos cobras con base en los envases vacíos).
Al día siguiente, ya repuestitos desayunamos y fuimos al único punto atractivo del pueblo, un convento que tiene una iglesia con los interiores totalmente de piedra, es decir el Tezontle (o algo así) sin encalar, de modo que se ve entre viejo y fresco; el convento sigue funcionando por lo que apenas y nos pudimos colar a ver algunas cosas antes de que nos corrieran. Bueno de nuevo carretera, de nuevo curvas ahora rumbo a Tamazunchale que ya está en San Luis Potosí. Hicimos como una hora hacía allá, llegamos y nos encontramos con una ciudad enclavada en la cañada de un río, francamente fea, de modo que no nos detuvimos y continuamos a Xilitla (pronúnciese /jilitla/).
Más curvas, y ya abandonábamos la Huasteca para entrar a la Sierra Madre Oriental (tomamos la ruta hacía Ciudad Valles y luego una desviación). Unos cuantos kilómetros antes de llegar a Xilitla por fin dimos con la desviacion a Las Pozas, que merece una explicación aparte. Edward James era un pintor inglés surrealista rico que en algún viaje por México decidió hacer algunas pinturas con el marco de la zona a la que me refiero. Le gustó tanto que compró cuarenta hectáreas y edificó ahí un jardín con construcciones (surrealistas por supuesto) que pretenden asemejarse a la naturaleza: lirios, flores, frutas, en fin... por supuesto nada tan burdo como encontrarse una manzana, más bien en puro cemento dio formas que podía asemejarse pero que no son. El señor eventualmente murió y ahora el jardín es del municipio. Y francamente es un viaje, no tengo palabras para describirlo más que "vayan y conózcanlo", en verdad que vale la pena (ya ahí descubrí que la mejor manera de ir es vía aérea hasta Tampico y luego alrededor de tres horas por carretera). Estuvimos caminando, recorriendo, descansando todo el día en ese lugar que por supuesto tiene pozas y un riachuelo recorriéndolo.
Ya comenzando a obscurecer comimos y enfilamos camino hacia Xilitla a buscar albergue. Xilitla por sí solo vale la pena también, es un pequeño pueblo enclavado en la mitad de la sierra de modo que alcanzas a ver paísajes increibles. Por cierto que hay un hotel que se llama El Castillo que también fue propiedad de Edward James y diseñado por el mismo arquitecto que le apoyó en Las Pozas, Eduardo Gastélum, no pude quedarme ahí porque como imaginarán estaba repleto. Pero encontramos acomodo y caminamos a un pequeño café bar antro ubicado en la plaza central. Llegamos a tomar un café con la idea de descansar un rato luego bañarnos y regresar más tarde, pero en cuestión de minutos el cielo se ennegreció, la niebla cubrió los cerros y cayó una tormenta que nos obligó a quedarnos. Ya más tarde llegó el grupo (malísimo) de modo que optamos por embriagarnos ahí y esperar hasta que escampara, cosa que sucedió pasando la media noche. De ahí a descansar y prepararnos al regreso.
El regreso es otro asunto, la ruta para salir de ahí es hacia Tequisquiapan, pero si en la ida había curvas aquí era mucho peor, afortunadamente es una carretera con poco tránsito, no sufrimos mucho por el típico camión que va haciendo cuellos de botella. Lo interesante de nuevo es el paísaje. De nuevo de selva a bosque, para entrar en la famosa Sierra Gorda (ya en Querétaro). Si alguien lee La Jornada habrá visto recientemente los cartones de Magú al respecto. Después de muchas curvas, dejas la Sierra Gorda y entras a un desierto inverosímil. Cerros y más cerros de desierto que no alcanzas a ver donde termina, subes por la carretera más insegura y peligrosa que se imaginen y ya que llegas a la cima, ves desierto y má desierto; es inseguro pero en serio que vale la pena verlo.
Pero bueno, después de muchas horas de carretera, por ahí de las tres de la tarde llegamos a Tequisquiapan (que es como el Coyoacán de los que tienen carro), comimos, descansamos y de nuevo a la Ciudad de México.
Regresé tronadísimo, pero impresionado (creo que se nota), un fin de semana equis se convirtió en un viaje memorable.
Adiós
Era viernes y yo tenía asuntos que tratar en Mineral o Real de Monte, Hidalgo. Así que en compañía de un buen amigo tomamos carretera desde temprano rumbo a Pachuca primero y luego hasta esa ciudad en la zona de la montaña hidalguense. Muy muy pronto terminé lo que fui a hacer de modo que me quedaba libre el fin de semana, de hecho ya habíamos planeado quedarnos en esa región y recorrer algunos pueblitos —El Chico, Huasca, San Miguel Regla— (de hecho, mi plan original era ir a San Francisco, pero precisamente ese pequeño asunto en Hidalgo frustró mi viaje para allá).
Pues bien, con todo un fin de semana enfrente decidimos recorrer el pequeño pueblo, de modo que para las cinco de la tarde ya conocíamos dos museos (la mina y un hospital), todas las calles y ya habíamos comido (pastes por supuesto). Fue entonces que a alguien se le ocurrió la claridosa idea de sacar un mapa y decir ¿y si vamos a la casa de Edward James?, mira se ve cerquita; vi el plano, calculé unos trescientos kilómetros y dije "bueno, pues son las cinco, llegamos a las nueve, dormimos por ahí y mañana amanecemos allá". Decidido y tomamos carretera...
Resulta que la carretera era el monumento a la curva, ¿conocen la Pera?, esa curva famosa en la autopista México-Cuernavaca... pues seguro la hicieron para recordar esta carretera. No me quejo, el paisaje era estático, pasamos de bosque de coníferas a desierto a bosque otra vez y luego a selva subtropical, mientras subiamos y bajabamos cerros y más cerros, fue una ruta verdaderamente memorable. Pero alrededor de las diez de la noche apenas íbamos llegando a Huejutla, que es ya la Huasteca (hidalguense), de modo que mi cuerpecito (yo iba manejando) dijo "aquí nos quedamos"; buscamos hotel y salimos a recorrer la ciudad (si no la conocen no se han perdido de nada), buscamos algún antro, pero por suepuesto no dimos con ninguno, así que regresamos al hotel y asaltamos el refri de las chelas (le dijimos al encargado que ya le urgía irse a dormir "ve, tranquilo, descansa, y mañana nos cobras con base en los envases vacíos).
Al día siguiente, ya repuestitos desayunamos y fuimos al único punto atractivo del pueblo, un convento que tiene una iglesia con los interiores totalmente de piedra, es decir el Tezontle (o algo así) sin encalar, de modo que se ve entre viejo y fresco; el convento sigue funcionando por lo que apenas y nos pudimos colar a ver algunas cosas antes de que nos corrieran. Bueno de nuevo carretera, de nuevo curvas ahora rumbo a Tamazunchale que ya está en San Luis Potosí. Hicimos como una hora hacía allá, llegamos y nos encontramos con una ciudad enclavada en la cañada de un río, francamente fea, de modo que no nos detuvimos y continuamos a Xilitla (pronúnciese /jilitla/).
Más curvas, y ya abandonábamos la Huasteca para entrar a la Sierra Madre Oriental (tomamos la ruta hacía Ciudad Valles y luego una desviación). Unos cuantos kilómetros antes de llegar a Xilitla por fin dimos con la desviacion a Las Pozas, que merece una explicación aparte. Edward James era un pintor inglés surrealista rico que en algún viaje por México decidió hacer algunas pinturas con el marco de la zona a la que me refiero. Le gustó tanto que compró cuarenta hectáreas y edificó ahí un jardín con construcciones (surrealistas por supuesto) que pretenden asemejarse a la naturaleza: lirios, flores, frutas, en fin... por supuesto nada tan burdo como encontrarse una manzana, más bien en puro cemento dio formas que podía asemejarse pero que no son. El señor eventualmente murió y ahora el jardín es del municipio. Y francamente es un viaje, no tengo palabras para describirlo más que "vayan y conózcanlo", en verdad que vale la pena (ya ahí descubrí que la mejor manera de ir es vía aérea hasta Tampico y luego alrededor de tres horas por carretera). Estuvimos caminando, recorriendo, descansando todo el día en ese lugar que por supuesto tiene pozas y un riachuelo recorriéndolo.
Ya comenzando a obscurecer comimos y enfilamos camino hacia Xilitla a buscar albergue. Xilitla por sí solo vale la pena también, es un pequeño pueblo enclavado en la mitad de la sierra de modo que alcanzas a ver paísajes increibles. Por cierto que hay un hotel que se llama El Castillo que también fue propiedad de Edward James y diseñado por el mismo arquitecto que le apoyó en Las Pozas, Eduardo Gastélum, no pude quedarme ahí porque como imaginarán estaba repleto. Pero encontramos acomodo y caminamos a un pequeño café bar antro ubicado en la plaza central. Llegamos a tomar un café con la idea de descansar un rato luego bañarnos y regresar más tarde, pero en cuestión de minutos el cielo se ennegreció, la niebla cubrió los cerros y cayó una tormenta que nos obligó a quedarnos. Ya más tarde llegó el grupo (malísimo) de modo que optamos por embriagarnos ahí y esperar hasta que escampara, cosa que sucedió pasando la media noche. De ahí a descansar y prepararnos al regreso.
El regreso es otro asunto, la ruta para salir de ahí es hacia Tequisquiapan, pero si en la ida había curvas aquí era mucho peor, afortunadamente es una carretera con poco tránsito, no sufrimos mucho por el típico camión que va haciendo cuellos de botella. Lo interesante de nuevo es el paísaje. De nuevo de selva a bosque, para entrar en la famosa Sierra Gorda (ya en Querétaro). Si alguien lee La Jornada habrá visto recientemente los cartones de Magú al respecto. Después de muchas curvas, dejas la Sierra Gorda y entras a un desierto inverosímil. Cerros y más cerros de desierto que no alcanzas a ver donde termina, subes por la carretera más insegura y peligrosa que se imaginen y ya que llegas a la cima, ves desierto y má desierto; es inseguro pero en serio que vale la pena verlo.
Pero bueno, después de muchas horas de carretera, por ahí de las tres de la tarde llegamos a Tequisquiapan (que es como el Coyoacán de los que tienen carro), comimos, descansamos y de nuevo a la Ciudad de México.
Regresé tronadísimo, pero impresionado (creo que se nota), un fin de semana equis se convirtió en un viaje memorable.
Adiós
25 de mayo de 2006
Ciudades
El día de ayer mamá Coss y mamá Santoy (las mamás de Érika y Diego se acuerdan) iban manejando sendos automóviles por las calles de Monterrey y de pronto que se encuentran. Por supuesto se empezaron a gritar insultos, lanzar cosas y pa' no hacer el cuento largo acabaron en el ministerio público.
La lectura de esto, lo que me hace reflexionar es que en verdad la única ciudad que hay en el páis es Ciudad de México, haber díganme cuando se van a encontrar a alguien remotamente conocido andando por sus calles. Yo he vivido mis 34 años aquí y recuerdo probablemente dos, máximo tres encuentros de ese tipo.
Por supuesto que lo digo con mucho respeto (antes de vivir una ofensiva de habitantes de otras ciudades de la república), pero entiendo como una característica primordial de una ciudad el anonimato, lo que da una ciudad es la imposibilidad de encontrarte a alguien conocido en las calles, la oportunidad de ser un desconocido mientras recorres sus espacios.
O haber, díganme, cuando fue la última vez que les sucedió algo así.
Ya estoy de vuelta.
Adiós
La lectura de esto, lo que me hace reflexionar es que en verdad la única ciudad que hay en el páis es Ciudad de México, haber díganme cuando se van a encontrar a alguien remotamente conocido andando por sus calles. Yo he vivido mis 34 años aquí y recuerdo probablemente dos, máximo tres encuentros de ese tipo.
Por supuesto que lo digo con mucho respeto (antes de vivir una ofensiva de habitantes de otras ciudades de la república), pero entiendo como una característica primordial de una ciudad el anonimato, lo que da una ciudad es la imposibilidad de encontrarte a alguien conocido en las calles, la oportunidad de ser un desconocido mientras recorres sus espacios.
O haber, díganme, cuando fue la última vez que les sucedió algo así.
Ya estoy de vuelta.
Adiós
24 de mayo de 2006
Imposible
Pensar en post, creo que es la expresión que he visto varias veces para explicar como es que uno va caminando, muy contento y tranquilo y cada cosa que se ve, se piensa o se siente viene acompañado de una intensa necesidad de transcribirlo en el blog.
Por ello mi ausencia acaba, me resultó imposible alejarme de este espacio-medio para sacar todo aquello que traigo atravesado en la boveda craneal.
Y hoy sobre todo son sentimientos, esas cosas tan extañas que te hacen revolverte en las noches y que incluso pueden convertirse en malestares físicos. De pronto me confunde el asunto de las relaciones, y no me refiero necesariamente a las que yo tengo -o no-. Hay una pareja cercana a mí que está a dos semanas de tener su primer bebé; son felices, hacen una buena pareja, se complementan, son atractivos ambos, en fin, diría que la pareja perfecta. Pues resulta que él sostiene ahora una relación con su secretaria.
Independientemente del mal gusto de salir cun tu secretaria cual si fueras burócrata priísta de los setenta (y sin contar además que ella es fea como dolor de muelas), no entiendo que lleva a alguien en esa situación a hacer ese tipo de cosas; es decir pareja estable, feliz y todos los demás adjetivos, versus engañarla de la manera más tradicional y de mal gusto posible.
Él no me lo ha confesado, me enteré por terceras personas, de modo que no puedo preguntarle, tengo mis suposiciones pero debo confesar que son muy forzados, porque además aparenta estar enamorado de ambas, lo cual desestructura cualquier explicación que cruce por mi mente.
Sólo busco ejemplificar mi dicho, las relaciones me confunden, son complejas y muchas veces obscuras, pero siempre anda uno busque y busque para meterse en una de ellas. Somos raros.
Adiós
Por ello mi ausencia acaba, me resultó imposible alejarme de este espacio-medio para sacar todo aquello que traigo atravesado en la boveda craneal.
Y hoy sobre todo son sentimientos, esas cosas tan extañas que te hacen revolverte en las noches y que incluso pueden convertirse en malestares físicos. De pronto me confunde el asunto de las relaciones, y no me refiero necesariamente a las que yo tengo -o no-. Hay una pareja cercana a mí que está a dos semanas de tener su primer bebé; son felices, hacen una buena pareja, se complementan, son atractivos ambos, en fin, diría que la pareja perfecta. Pues resulta que él sostiene ahora una relación con su secretaria.
Independientemente del mal gusto de salir cun tu secretaria cual si fueras burócrata priísta de los setenta (y sin contar además que ella es fea como dolor de muelas), no entiendo que lleva a alguien en esa situación a hacer ese tipo de cosas; es decir pareja estable, feliz y todos los demás adjetivos, versus engañarla de la manera más tradicional y de mal gusto posible.
Él no me lo ha confesado, me enteré por terceras personas, de modo que no puedo preguntarle, tengo mis suposiciones pero debo confesar que son muy forzados, porque además aparenta estar enamorado de ambas, lo cual desestructura cualquier explicación que cruce por mi mente.
Sólo busco ejemplificar mi dicho, las relaciones me confunden, son complejas y muchas veces obscuras, pero siempre anda uno busque y busque para meterse en una de ellas. Somos raros.
Adiós
13 de mayo de 2006
Pausa
Me siento intranquilo, descompuesto, raro. A pesar de que constantemente me asaltan ideas que normalmente fluirían hacia acá, encuentran un bache y se pierden en el camino.
Por ello y por otras cosas que no vienen al caso mencionar, creo que es momento de hacer una pausa que supongo será temporal. Hasta entonces estaré en mi correo (antropomorfo@gmail.com) en espera de noticias suyas (también estaré visitándolos, claro que sí).
Por ello y por otras cosas que no vienen al caso mencionar, creo que es momento de hacer una pausa que supongo será temporal. Hasta entonces estaré en mi correo (antropomorfo@gmail.com) en espera de noticias suyas (también estaré visitándolos, claro que sí).
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