Bueno, la verdad ni siquiera llegué a Monterrey, en realidad toda mi estancia en esa ciudad consistió en transportarme del aeropuerto al municipio de San Nicolás y de regreso. Eso significa, para aquellos que como yo no tienen ni idea de la geografía regiomontana, que nunca llegué propiamente al municipio de Monterrey.
Viaje controvertido, con muchos éxitos para mi (ya saben que luego la modestia se me da), buenos resultados y cosas así; con extrañas historias (incluyendo la narración del recepcionista del hotel de como corrieron a J por hacer reclamaciones, exigir su dinero de vuelta y luego reinstalarse en su habitación) y menos tiempo del esperado en aquellas latitudes (se supone que me quedaba hasta el viernes, pero me regresé ayer).
Ayer mismo, ya en Ciudad de México me tocó un día productivo y que me dejó satisfecho de mi trabajo (hace mucho que no sentía eso), pero en la noche el chisme que llega corriendo: "pues que te están grillando, y ya van a pedir tu renuncia..."
Días extraños pues, de altibajos, y además con la mirada puesta en Quintana Roo, con ese sentimiento de impotencia al ver que la ayuda se vuelca sobre las zonas turísticas, sobre los españoles, franceses y demás sujetos que pagan en dólares y euros, mientras que los pobres y jodidos sólo la ven pasar (por supuesto el colmo fue ver de nuevo a los empleados de Azcárraga bajando cajitas de un avión para salir muy "ayudosos" en la foto... ).
Es todo. Adiós
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario