26 de julio de 2004

Tiempos idos

Pues ya estoy de regreso después de cuatro días en Monterrey. Sin afán de ofender a ningún regio, la ciudad me parece completamente equis, excepto la región de Macroplaza me da la impresión de que no hay nada que hacer ahí. Claro que es una ciudad muy grande, con mucha vida, economía, industria y no sé que más. Mi paso por allá fue sin pena ni gloria (aunque debo presumir que salí en El Norte, por las actividades que desarollé, ji que presumido soy, pero me moría de las ganas de decirlo), hice lo que tenía que hacer y ya. Lo único mencionable es que el sábado, por culpa de la tarada recepcionista del hotel estuve a punto de perder mi vuelo de regreso. Estuve discutiendo con ella por hora y media porque no tenía ni idea de como hacer una simple factura. Total que llegué al aeropuerto como quince minutos antes de que saliera el avión.  Luego no encontraba la sala adecuada, la revisión de seguridad tardó horrores (considerando que no pude documentar mi equipaje y llevaba tres maletas con material que revisaron "minuciosamente")... llegué último al avión y bastante maltratado (a que pinche grande está el aeropuerto de Monterrey).

Ya en la noche de ese día fui a un antrillo acompañado de G. Es un lugar donde se escucha música latinoamericana y esas cosas. Pues resulta que el cantante de trova era ni más mi menos que Ch. Ch era mi supercompadrísmo en la preparatoria. Eramos un grupo de amigos integrado por Rejo, Ch, Ash, Katy, Verónica, Ches, y otros satélites que a veces se incorporaban y a veces no. Luego dejé de ver a todos excepto a Ash, a quien reencontré hace poco tiempo. Pues el hecho es que Ch ahora se dedica a tocar en un antro del poniente de la Ciudad de México. Me recordó mis andanzas de la prepa (que algún día, cuando ya no me sonroje, les contaré). Pobre G, prácticamente se me olvidó que iba con ella, y me quedé platicando con CH hasta las siete de la mañana. El güey estudió biología en la UAM y música (algo de música, no sé qué) en la Escuela Nacional de Música. La biología le sirvió para nada. Sigue siendo el mismo desmadre de siempre pero ahora más madurito. Fue un reencuentro afortunado.

Y el domingo a vegetar. Como plasta en la cama hasta altas horas de la tarde. Luego salir a caminar un rato, molestar al gato, y regresar a la cama. Y hasta aquí.

Adiós

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