Bueno, ya estoy de vuelta, después de unos días de trabajo en Guanajuato capital, y con la novedad de que regresé muy malito de la garaganta y todo eso. Traigo una super infección en las anginas (que todavía tengo) así que hoy no fui a trabajar. Por lo que hoy posteo desde la comodidad de casita.
El viernes pasado fui al Circo Atayde. No, no me gusta el circo, por lo menos no muero por las ganas de asistir a cada estreno del Atayde u otro. Lo que sucede es que en mis ratos libres trabajo (tengo) una revista que se dedica precisamente a los circos... y a los juegos mecánicos. Es una revista empresarial, pero dedicada al mundo de la "Industria de la Diversión". Entonces me encuentro presente en los eventos más importantes del mundo del circo y las ferias. Conocí a "Pastelito", que es payaso chileno recién desempacado a México; conocí a los Anastassini que utilizan las cuerdas marinas (y son endemoniadamente buenos). En fin, el mundo del circo. Insisto, no me gusta mucho pero puedo decir cuando una trouppe es buena o mala... La experiencia.
El sábado fui al cine a la Cinéteca Nacional, a ver Tiresias, y si las críticas que he leído no le son favorables a mi me encantó la película. Me confunde el mundo de los transexuales, no alcanzo a entenderlos a ellos (ellas) ni a su mundo, y este filme me reafirmó ese sentimeinto de desazón que me surge al encontrarme alguno. Si tiene tiempo y ganas vayan a verle.
Y después estuve en Guanajuato. Es una ciudad absurda, y por absurda es que me parece tan atractiva. Para aqeullos que no la conozcan, es una vieja ciudad minera, entonces a alguien se le ocurrió aprovechar los viejos túneles de las minas para hacer calles. De modo que hoy prácicamente todas sus vialidades importantes (por lo menos en el centro de la ciudad) son subterraneas. La verdad no me imaginó como puede vivir alguién ahí, pero tiene un encato irresistible para mi.
De lo que hice en Guanajuato no voy a comentar gran cosa, porque no fue muy interesante, fui a dar un taller a ciertos personajes representativos de la administración pública municipal. Nada extraordinario. Y... en la carretera, al regreso fue cuando comencé a sentirme mal. Ya les platicaré como voy evolucionando.
Adiós
8 de julio de 2004
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