Con este mini escándalo que se armó con Miguel Ángel Jiménez, ex titular de la Lotería Nacional, me queda sólo un aspecto para resaltar, y es el hecho de que sí haya renunciado.
Si no están muy enterados de lo que sucedió, resulta que Jiménez ofreció al Diario de Yucatán (en su edición campechana) dinero de la Lotería a cambio de que apoyaran al candidato del PAN a la gubernatura de Campeche. Aparentemente el periódico, haciendo gala de honestidad (lo cual es muy difícil de creer) en lugar de recibir los millones que ofreció el exfuncionario, decidió publicar el ofrecimiento, lo que poco después derivó en la renuncia de este sujeto.
Lo curioso es que si ustedes recuerdan un poco de la historia reciente del país, se darán cuenta que hace falta mucho más que eso para que alguien renuncie de un cargo público. Ya ni caso tiene recordar al gober precioso, a Ulises Ruiz de Oaxaca, al gober del helicóptero del amor, etcétera, etcétera.
A la mejor tiene que ver que el apoyo fue ofrecido a un candidato del PAN, cuando Jiménez es militante (y diputado con licencia) del Panal; pero ese partido y su ama y señora la todopoderosa maestra se ha caracterizado por apoyar a veces a uno, luego a otro, y después a otro, entonces tampoco es la verdadera razón.
Entonces, será que regresamos, como en muchos casos de la política nacional, a la maestra. Dicen los rumores que Miguel Ángel Jiménez se había distanciado y hasta enemistado con Elba Esther Gordillo, y sí, esa es una razón de mucho más peso en este país que pequeñeces como querer disponer del erario público para fines fraudulentos. Las cosas siguen igual en México.
14 de abril de 2009
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