El día de ayer fue trascendental para América Latina y en particular para los indios del continente (indígena es el término políticamente correcto pero prefiero indio, me parece más adecuado). Evo Morales asumió la presidencia de Bolivia, conviertiéndose así en el primer presidente indio en América Latina (Benito Juárez no cuenta, ya era converso cuando llegó al poder), en medio de una gran espectativa de los quechuas y aymaras por un lado y de las clases mestizas y criollas por otro. Sobre todo adolece de lo mismo que Lula al principio de su mandato, guardando las diferencias por supuesto, su popularidad tan alta puede volverse su carga más compleja dado que será casi imposible cumplir en el corto plazo, a lo mucho un gobierno de izquierda e indio podría sentar bases de largo plazo para modificar la estructura de las clases sociales en un país extremadamente pobre.
El problema principal es que estoy cierto de que Evo Morales no está a la altura del reto; creo que tiene muy buenas intenciones pero me da la impresión de que es terriblemente inocente (o insospechadamente tortuoso, pero no lo creo), de modo que tiene buenas intenciones más que un plan definido de trabajo para obtener los resultados esperados. Espera la ayuda de Chaves (que va convirtiéndose en el Ben Bella del continente-una intensa búsqueda de imagen hacia el exterior-), de Fidel, de Lula y otros, pero no veo una propuesta definida.
Es una pena, porque hubiera sido una excelente oportunidad para los jodidos de Bolivia y del continente, pero insisto que saldrá huyendo antes de que concluya su mandato, estoy casi seguro que se va a desbordar la situación (cosa no difícil en Bolivia) lo que seguramente ocasionará un golpe de Estado impulsado por la clase criolla local, dando como resultado peores condiciones para aquellos que hoy están felices del ascenso de Morales.
Ojalá y me equivoque, realmente lo deseo.
Adiós
23 de enero de 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario