13 de julio de 2005

Encuentros inesperados

Hace unos minutos, cuando iba llegando a la oficina, me reencontré con una persona que no veía hace... no sé, unos diez años. Una chava de esas con las que entablas relaciones enfermizas, y que al final no llegó a nada. Fue sólo una posibilidad de tantas que cruzan por tu camino, y que al final se pasan de largo.

Francamente, tampoco sé bien a bien que significaba esa oportunidad, es decir qué esperaba yo de ella y a su vez ella de mí. Fue un momento un tanto caótico de mi vida que concluyó más o menos en el momento en que la dejé de ver (no sé aún si eso tuvo que ver o no).

El hecho es que hoy ahí estaba, parada en la calle viendo hacía donde yo estaba. Cuando me reconoció su rostro se transformó y fue en ese momento que yo a su vez la recordé; se quedó simplemente viéndome, supongo que recordando las mismas cosas que en ese momento se dispararon en mi cabeza. Me detuve junto a ella, se aproximo a la portezuela del auto y sólo musito un hola, como si la hubiera visto ayer; por supuesto que me quedé sin palabras, de modo que sólo atiné a devolverle el hola; intercambiamos teléfonos y nos despedimos con la promesa de un café. Ni ella ni yo dijimos más.

Sombrío (como el clima de hoy), inquietante, intrigante, lleno de dudas sin despejar, así fue. Supongo que le hablaré para reunirnos, aclarar incógnitas. No sé. La verdad es que soy tan malo para manejar estas cosas intangibles...

Adiós

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