Entre 1945 y 1989 el mundo vivió en relativa paz armada y en intensa guerra retórica, eso se llamó guerra fría. La idea era sencilla y así se adoptó en Yalta y Teherán. La Unión Soviética y los Estados Unidos tenían sus propios ámbitos de influencia donde podían hacer y deshacer. Éstos se encontraban fundamentalmente en Europa. Así, la URSS invadió impunemente Hungría en el 56 y Checoslovaquia en el 68. El resto del mundo era espacio más o menos libre para que ambas superpotencias hicieran sus cochinadas, con la diferencia de que ahí podía permitirse cierto apoyo de la potencia contraria. En la guerra de Corea por ejemplo la URSS apoyó al país del norte y EUA al país del sur. En Vietnam sucedió algo similar, con la diferencia de que China ya era la tercera potencia y tenía sus cotos de poder. En Afganistán la invasión soviética se vio entorpecida por Talibanes entrenados por los gringos.
Y así una serie de ejemplos que se pueden enumerar ad infinitum, Cuba, Angola, Nicaragua, Iran e Irak, etcétera. Pero todo cambió en 1989. Ese año el muro de Berlín se derrumbó y la URSS renunció a su influencia sobre Europa Oriental. Poco después desapareció como potencia y como Estado. Quedó pues Estados Unidos solo en el escenario de las naciones.
Este país, no perdió su derecho a invadir donde y como se le pegara la gana. Pero esta condición se exacerbó en el 2001 después del ataque a Nueva York y Washington. Invadieron Afganistán y luego Irak, y luego quien sabe que más. Se plantó frente a la comunidad internacional como la única potencia armada con derecho a responder ataques, con discursos estilo "el que no está conmigo está contra mí".
Ayer Vladimir Putin declaró que está dispuesto a lanzar ataques preventivos no nucleares en cualquier parte del mundo donde se protejan terroristas. Inmediatamente Francia dijo que esto tenía que consensarse al interior del G-8 y del Consejo de Seguridad en la ONU. Saben claramente que este tipo de declaraciones no harán más que empeorar la frágil relación que existe entre las potencias menores europeas y los Estados Unidos.
Probablemente la declaración de Putin tenga dos sentidos: el primero para consumo interno, es decir para estabilizar su imagen frente a la opinión pública rusa; el segundo para continuar con el esfuerzo de años de igualar el terrorismo checheno con el internacional (pues hasta ahora todos han considerado este asunto como doméstico ruso, por eso nadie interviene ni se pronuncia). Pero el hecho es que es una postura temeraria. Lo más seguro es que sea sólo una pataleta tardía, sin embargo es también un indicador de que el equilibrio comienza a cambiar de nuevo en el mundo. Nuevos escenarios vienen para el futuro. Por un lado Rusía, Francia y Alemania; por otro Estados Unidos y Gran Bretaña, y por otro China e India. Lo que es cierto es que va a ser interesante (y tétrico) como evoluciona esto.
Adiós
9 de septiembre de 2004
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