Pues la buena noticia fue que el hijo de mi amigo, que llamaremos P (al amigo no al hijo) salió excelentemente bien. Ya ayer pudo hablar (balbucear es más exacto) algo, comienza a moverse, en pocas palabras su evolución es inmejorable. Es más, se espera que salga del hospital en apenas un par de semanas. Es un alivio porque los pronósticos eran realmente muy malos, así que con los resultados que ha tenido el escuincle ha tenido verdaderamente muy buena suerte.
La mala noticia, en este caso para mí, es que hoy amanecí con la sorpresa de que alguien decidió terminar su ruta de camino a casa en mi coche que por supuesto estaba inocentemente estacionado afuera de mi casa, sin meterse con nadie. Pues hoy amaneció con un golpe de esos que lo van a tener fuera del aire por lo menos un mes. Regresaré a ser peatón obligado, a levantarme más temprano para llegar a trabajar y lo más doloroso de todo el asunto es que voy a tener que pagar el deducible. Mal karma.
La parte buena es que en verdad disfruto el transporte público en estos trances (siempre y cuando mantenga en mi cabeza la idea de que no es para siempre); me permite involucrarme de manera diferente con la ciudad, me gusta.
La parte no mala es que el trabajo va bien, tengo mucho y eso siempre me hace bien, de modo que el balance de la primera quincena del año, si no es inmejorable pues no es tan malo como esperaba.
Adiós
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