Ya en la oficina de nuevo y parece que nunca me fui. Aparentemente, por lo menos en el área donde yo estoy, no habrá cambios, lo cual significa que mi posibilidad de quedarme se ha amplificado. En pocas palabras es muy probable que a mediano plazo me mantenga aquí.
Ahora bien, ¿eso es bueno o malo...? Ayer, conforme la hora de dormir se aproximaba regresó ese dolor de espalda, insignificante pero constante, que yo atribuía a estrés, pero que ahora comienzo a interpretar como el rechazo de mi cuerpo a permanecer aquí. Durante todo el año que concluyó me preparé para irme, no para quedarme, de modo que ahora estoy, digamos aturdido. No contento, lo económico se soluciona por supuesto, que era mi principal preocupación, pero lo anímico, mmmm... no sé, no sé todavía como lo voy a manejar.
Pero la depresión aún no regresa, de modo que no es tan malo al fin y al cabo.
Adiós
8 de enero de 2007
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