Nunca antes había estado en Zacatecas. Tampoco ahora tuve la oportunidad de conocer gran cosa, pues estuve encerrado la mayor parte del tiempo en un centro de convenciones ubicado en una población llamada Apozol que está como a dos horas de la capital y a hora y media de Aguascalientes. Lugar muy agradable pero completamente aislado de la civilización (no hay televisión, ni periódicos, ni señal de celular). Tanto aislamiento te da la oportunidad de concentrarte por completo en tu actividad, de pensar en la vida, meditar y ocuparte de cosas del espíritu... los primeros cinco minutos.
Después la desesperación comienza a dominarte, sobre todo por las noches, cuando acostumbras prender la televisión y ver las noticias, de pronto te das cuenta que estás totalmente aisaldo del mundo cual si fuera el medioevo. Luego el celular; yo comencé a utilizar celular por ahí de 1998 o 99. A partir de ahí me volví completamente adicto. Una vez charlaba con un señor que es campesino y me explicaba la importancia del sombrero para él, y para ejemplificarlo me dijo "es como el celular para ti". Ahí me di cuenta de que efectivamente lo primero que hago en las mañanas y lo último en las noches es tomar conciencia del estado del celular (si a eso le suman mi alzheimer temprano que ocasiona que el maldito aparato se me olvide a cada rato, se darán cuenta de mi constante estado de angustia).
Ya el último día, es decir ayer, regresé a Zacatecas ciudad y tuve oportunidad de deambular un poco por ahí. Es una de esas ciudades que debes conocer antes de morir, realmente vale la pena. Fue mi última salida del año espero, así que estaré un poco más presnete por aquí, espero...
Adiós
9 de diciembre de 2005
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