12 de mayo de 2005

Tranquilidad nunca más

El día de ayer sucedieron dos cosas en Estados Unidos que me hicieron reflexionar. Primero una avioneta (una avionetita Cessna) entro en la zona superprotegida en Washington, donde está la Casa Blanca, el Capitolio, el Congreso y no sé que más edificios del gobierno de ese país. Inmediatamente se desplegó un operativo de seguridad impresionante, evacuaciones, autos blindados, francotiradores en las calles, aviones superpertrechados sobrevolando la ciudad, etcétera. Al fin y al cabo la avioneta estaba perdida y por error ingresó en la zona prohibida.

Aparte (aparentemente) el Congreso de los Estados Unidos autorizó crecer la barda que ya existe en la frontera con México. Además prohibió la expedición de licencias de conducir a indocumentados e hizo más rígido el proceso para solicitar asilo político.

Estas últimas medidas se justificaron por el tema de la seguridad. Porque la verdad es que la frontera con México es una coladera. La prueba es que siguen pasando más y más indocumentados, la mayoría buscando trabajo en aquel país. La otra verdad es que la famosa barda la construirán en una zona que hace mucho ya no es la ruta de los indocumentados. Es decir que el verdadero trasfondo de esta decisión es mediática. Porque de acuerdo a las necesidades laborales (en los campos y las fábricas) abren o cierran el paso de trabajadores. Sin embargo tienen que justificar ante su opinión pública que están tomándose medidas para controlar estas rutas, de nuevo por el discurso de la seguridad (y de su xenofobia, pa'que lo negamos).

Y aquí es donde se cruza con el primer hecho. Los Estados Unidos, la nación más poderosa en la historia del mundo, nunca más volverá a tener tranquilidad. Saben conscientemente que cuentan con enemigos en todo el mundo. Los terroristas musulmanes son el enemigo de moda. Pero cuando acabe el frenesí del Medio Oriente buscarán otro, tal vez el narco, los chinos o es posible que hasta los mexicanos. Quién sabe que pase por sus mentes.

Y este miedo es el que permite al gobierno estadunidense impulsar medidas que reducen sus derechos civiles y afectan, de paso o directamente como ahora, al resto del planeta. Estamos ante un gigante paranoico que se revuelve en su miedo, dando coletazos a los que están cerca, que casualmente somos nosotros.

Adiós

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