Ahora que Fox y López Obrador se aman, ahora que uno ya es "el ciudadano Presidente Vicente Fox" y el otro ya no es el "señor López", sino el "Jefe de Gobierno del Distrito Federal", el escenario político ha comenzado a enfriarse. Ya no habrá más chismes parece (sólo algunos arañazos menores) hasta que comiencen las precampañas y campañas para julio de 2006.
Entre tanto yo fui ayer a ver la Intérprete, película de Sydney Pollack, con Sean Penn y Nicole Kidman (lo que hizo que la película valiera la pena por cierto). Es una película palomera, que no merece reseña ni nada por el estilo. No hay mucho que contar, las escenas son larguísimas; eso para una película gringa es malo porque corres el riesgo de dormir, despertar, volver a dormir y despertar de nuevo y Sean Penn y Nicole Kidman continuan en un diálogo aburrido y lleno de lugares comunes (es una película francamente mala, les recomiendo que no la vean). Sólo estalla un autobús (dos horas para sólo una escena de acción, lo pueden creer). Prácticamente no hay muertos, en fin, aburridísima.
Pero lo que me trajo a la mente fue todavía más vergonzoso. Nicole Kidman es una intérprete, es decir una de esas personas que viven en unas cabinas chiquitas y obscuras al fondo de los salones donde los delegados de los países discuten temas trascendentales para el mundo. La última vez que yo estuve en una reunión así (el año pasado, recuerdan cuando despotricaba en contra de los ururguayos) a una intérprete se le ocurrió faltar. No llegó y había que hacer una interpretación especial para una delegada de Surinam que iba a presentar un informe de actividades de su país con relación a la infancia. Mi jefa decidió que mi inglés era suficientemente bueno para hacer las veces de intérprete (ella no habla nada, yo lo balbuceo), así que ahí está Antropomorfo sentado en su obscura cabina esperando a que la surinameña (¿así se dira?) iniciara. Para superar mi miedo incluso me mandaron una de las edecanes bilingües a que me apoyará (por cierto que me enviaron a la que hablaba portugués y español, y su inglés era casi igual de malo que el mío). La delegada comenzó a hablar... en Surinam la lengua oficial es el holandés (algo parecido al holandés pues). La señora entonces pensaba en holandés, traducía mal al inglés y de su boca salían una serie de sonidos extraños que para el caso yo pensaba que era algo así como Swahili. Sobra decir que al final de su exposición todos los asistentes tenían cara de interrogación ante la sarta de incoherencias que la delegada dijo (dije). Afortunadamente la actividad había comenzado tarde, así que ya no hubo tiempo para preguntas y respuestas.
Desde entonces respeto mucho el trabajo de esas personitas que viven en cabinas al fondo de las salas. El saldo de mi intervención fue una protesta oficial del Gobierno de Surinam a los organizadores (la OEA). También una promesa de mi parte de nunca más hacer un ridículo de ese tipo.
Adiós
5 de mayo de 2005
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