Es curioso que uno de los primeros posts de esta casa hayan sido sobre futbol. Porque en principio a mi no me gusta el futbol. Sin embargo por estos días en Ciudad de México ha iniciado una especie de frenesí por este deporte, sólo parecido al que se vive cuando la selección nacional (¿el Tri?) juega un torneo en fases superiores. Y es tal este frenesí que hasta yo mismo me dejé llevar. Les cuento entonces que en mi vida he ido cuatro o cinco veces a ver un partido de futbol. En todo caso la mayor parte de ellas fue cuando era pequeño y mis hermanos (que ellos sí son pamboleros) llevavan al escuincle al estadio. Vi en el Azteca un México-Inglaterra, estuve en la final del mundial juvenil de 1983, también en el Azteca cuando jugó la Argentina de Maradona contra Brasil creo. De ese partido sólo recuerdo que al terminar algún idiota decidió soltar globos y a otro simultáneamente se le ocurrió encender cohetes (era el espectáculo para festejar pues). El resultado... no sé cuantas porristas quemadas y saliendo en camilla.
Recuerdo también vagamente haber ido una vez al estadio Azul (que entonces se llamaba azul grana). La primera vez que fui yo, conscientemente, a un partido de futbol fue en Guadalajara, al Jalisco en el 98 ó 99 creo, acompañado de amigas y amigos sociólogos, pues estaba en un congreso de estudiantes de sociología. Algo ebrios decidimos evitar las conferencias (je, eso nunca se hace en un congreso) y encaminar nustros pasos a ver jugar a ¿el Atlás?, ¿las Chivas? La neta no recuerdo. Así andaría.
Ahora resulta que a G en la UNAM le regalan boletos para los partidos, así que el domingo pasado estuve en la semifinal viendo como los Pumas pasaban por encima del Cruz Azul, y el próximo domingo estaré observando como arrollarán ahora al rebaño sagrado. Después regresaré a mi estado anterior de "antipambol"... Y comenzaré a postear sobre temas...
11 de junio de 2004
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