Qué extraño, las paredes blancas que no dejan pasar ni un rayito de luz natural y entre las cuales estoy todo el día atrapado hoy amanecieron más blancas. Resulta que la señora de la limpieza decidió que los mapas que estaban desde que yo llegué (hace ya casi seis meses) ya no eran necesarios y los quitó (la verdad es que ya se estaban cayendo).
Este tiempo en esta oficina tan horrible me ha permitido aprender mucho, pero conforme más aprendo más me dan ganas de dejarlo y dedicarme a cualquier otra cosa; sin embargo mi condición económica me tiene atado aquí (al final todo se resume en dinero); así que mejor he decidido tomarlo con filosofía y tomar la vida con calma, concentrarme en las cosas pequeñas que me hacen más agradable el día y ser un téstigo de todo lo que pasa a mi alrededor.
Por eso, creo, estoy de vuelta, para relatar(me) lo que veo y oigo y tratar de comprenderlo convirtiéndolo en letras.
12 de septiembre de 2008
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