Bueno, pues sí, estuve de vacaciones, un viaje mucho tiemo postergado por cuestiones laborales se hizo posible a partir de mi nuevo espacio de libertad. Estuve fuera del país durante tres semanas en Ecuador primero y en Perú después.
En Ecuador tuve oportunidad de estar en la ciudad de Quito que resultó una ciudad encantadora, atractiva, con un aire pueblerino pero a la vez con lugares de metrópoli. Particularmente lo más atractivo que conocí fue su centro, lleno de plazas, iglesias, conventos, edificios coloniales en donde predomina el color blanco lo que le da una vista muy particular. Además cuenta con barrios como La Mariscal que es como La Condesa de allá donde vas en la noche a tomar una chela (o dos). Por supuesto la visita obligada a La mitad del mundo que es un parque como a una hora de Quito donde pasa la línea del Ecuador; además tienen un teleférico, sin mayor gracia por supuesto, pero que permite una vista increible de la ciudad, en fin, Quito es un lugar excepcional.
Además me di una vuelta por las islas Galápagos, en un barquito quesque barato (en realidad carísimo, pero los demás barcos eran mucho más caros) que hizo un recorrido de ocho días por cuatro islas (las cuatro pobladas), visita que me permitió conocer la fauna local, volcanes, paisajes increibles, una orgía constante de naturalismo. Tortugas claro, iguanas, pajaritos, focas (dicen leones marinos, pero el genérico para los urbanos son focas), tiburones (un tiburón rondaba a 30 o 40 centímetros de mí), pecesitos, cangrejos, etcétera. Muy recomendable.
Por el lado de Perú, el viaje inició en Lima, ciudad mucho más grande que Quito, pero menos atractiva, su centro es parecido al centro de acá, pero en versión descuidada. Tiene un barrio llamado Barranco que es como Coyoacán y otro llamado Miraflores que viene siendo como la colonia del Valle. No me decepcionó pero tampoco muero por volver a Lima.
Lo que sí vale realmente la pena de esa ciudad es un museo (Larco) que tiene una colección privada impresionante de objetos arqueológicos de las distintas culturas que poblaron Perú; además su bodega es abierta al público lo que te permite observar estantes y más estantes con cientos o miles de piezas cotidianas acomodadas ahí. Mucho mejor que el oficial de antropología de allá. Esas vistas te permiten comprender la grandeza de la cultura incaica y preincaica. Igual o más impresionante que las nuestras.
Y la última parada, Cusco. Esta ciudad sí es memorable, pequeña pero con ese aire que tienen por ejemplo San Cristobal de las Casas en Chiapas o Antigua en Guatemala; está ya en mi top de ciudades favoritas. Todos los techos por ejemplo, son de dos aguas de teja parda, lo que da una vista de la ciudad que te deja sin habla. Además era la capital del imperio Inca, lo que significa que está llena de restos arqueológicos, incluso algunas paredes de los inmuebles de uso cotidiano de la ciudad son de hecho originales, es decir que medio muro es inca y medio muro es colonial.
Y ahora que está de moda no podía faltar la visita a Macchu Picchu (creo que así se escribe), que es una ciudadela inca construida en la punta de un cerro (que aplanaron, es decir recortaron). Son varias hectáreas de construcción que te dejan sin habla. Los incas no construían grandes templos (o por lo menos no vi ninguno) como acá que tenemos basamentos (pirámides pues) por todo el país; lo que hacían era aprovechar las inclinaciones del terreno (o hacer inclinaciones) para construir. Grandioso, bien vale ser una maravilla del mundo (que ese es otro tema, lo de las siete maravillas es una payasada descomunal, creo).
Por supuesto regresé agotadísimo, con necesidad de un par de semanas de descanso, pero ya estoy de vuelta.
Por cierto, hoy declaro oficialmente concluidas las vacaciones, lo que sigue es iniciar a definir el sentido de mi vida (¿?), pero ese es asunto de otro post.
Adiós
9 de julio de 2007
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