Ahora que va a haber elecciones en Estados Unidos me han surgido una serie de reflexiones que no quise dejar pasar. A partir de los pasados comicios en aquel país todo su sistema electoral quedó en duda. Porque de hecho quien realmente ganó fue el Partido Demócrata. Sólo que su complejo sistema de grandes electores ocasionó que la mayoría de estos grandes votos acabaran a favor del Partido Repúblicano (independientemente de las intensas acusaciones de fraude que inundaron sus medios).
Esta ocasión es muy posible que pase lo mismo, pues su método arcaico no está preparado para funcionar cuando la elección es muy cerrada... y hoy ambos candidatos están en un empate técnico.
Pero no es de eso de lo que quiero hablar. Sino del contraste con el sistema electoral mexicano, porque hasta antes del año 2000 la situación era a la inversa. Nosotros veíamos a los gringos como el modelo de un sistema electoral que funcionaba, donde los votos se contaban sin problemas. Hoy hay mexicanos como observadores, aprovechando toda su experiencia, para dar fe de la limpieza o suciedad de los comicios en aquel país.
Que chido, dirán, pero no es tan sencillo porque el sistema electoral mexicano aún tiene taras gravísimas que en el futuro pueden terminar en regresar al antiguo estado de las cosas.
Me explico, la última elección plenamente de Estado, donde ganó el que quería el sistema y no por quienes votamos (o votaron que yo todavía no podía votar en aquel año) fue la de 1988. Es casi seguro que quien ganó realmente aquella elección fue Cuauhtémoc Cárdenas. Entonces no exisitía nada parecido al IFE. La Secretaría de Gobernación organizaba los comicios y el Regristro Federal de Electores era controlado plenamente también por el gobierno. Además el Congreso, controlado por priístas, calificaba las elecciones, de modo que era un sistema redondo.
Sin embargo fue ese año cuando las cosas comenzaron a cambiar. Los años siguientes la oposición fue obteniendo más y más posiciones (algunas con la complicidad del gobierno, como la gubernatura de Guanajuato; otras a pesar de éste), comenzando por los primeros curules en el Senado obtenidos por la oposición, los del D.F. y Michoacán en ese mismo 1988, siguiendo con la gubernatura de Baja California en 1989, y de ahí para adelante.
En el sexenio de salinas también se creo el IFE, en donde habían ya consejeros ciudadanos, pero todavía era presidido por el Secretario de Gobernación por medio de un representante, que en aquel entonces era Emilio Chuayfett. Tal vez recuerden algunos nombres de ese primer consejo: José Woldenberg, Santiago Creel, José Agustín Ortiz Pinchetti, etcétera.
Se implentó la credencial para votar con fotografía, se diseñó un registro electoral más confiable, completamene nuevo, que se utilizó por primera vez en 1991. Para 1994, la percepción de este aparato electoral era muy diferente al de seis años antes.
Por esos años también, se ciudadanizó completamente el IFE, convirtiéndolo en un organismo autónomo, con un Consejo propio elegido por el congreso que a la larga demostró grandes avances en esta materia. Probablemente ese primer consejo haya sido el actor más importante para dar certidumbre al sistema electoral mexicano. Tanta certidumbre que en el año 2000 ganó por primera vez un partido diferente al PRI.
Pero al principio hablé de taras, y hasta aquí todo va muy bonito. Bueno pues las taras son básciamente dos: primero el costo absurdamente alto para organizar una elección. Cada candado que se ha puesto para evitar fraudes es carísimo. Boletas diseñadas para no ser falsificadas, tinta indeleble, la famosa credencial de elector, las urnas..., vaya hasta el financiamiento a los partidos es una necesidad del proceso electoral para evitar deshonestidades (porque si el dinero lo da el Estado pues entonces ya no hay compromisos como si vinieran de un particular, de una empresa por ejemplo, ¿verdad?). Este hecho se va a convertir a la larga en un lastre para la gobernabilidad en México, pero tampoco se puede quitar de un plumazo porque... y aquí va el segundo problema.
Todos podemos mencionar a uno o dos o tres de los anteriores consejeros, José Woldenberg, Jaqueline Peschard, sólo como ejemplo. Todos ellos tienen un gran prestigio en el mundo académico y político del país. Y ese prestigio lo empeñaron para modificar al sistema electoral. Todos salieron raspados, pero no se puede negar que hoy todo es diferente, en parte gracias a ellos. Pero... alguien recuerda el nombre de los actuales consejeros. Yo por lo menos no, quien sabe de bajo que piedra los sacaron. En realidad cada uno de ellos tienen compromisos con tres partidos fundamentalmente, el PAN, elPRI y el PVEM. Al PRD lo mayoritearon y no pudo meter ni a uno. Este consejo no es confiable, y todo puede pasar en las elecciones de 2006. Seguramente me dirán que ya el nivel de institucionalización de las elecciones en México es difícil de revertir... yo creo que no, con un poco que se muevan las cosas pueden regresar fácilmente a donde estaban en 1988. Ojalá y no, pero nuestro sistema electoral no está para darle clasas, hoy, a nadie. Creo.
Por cierto, y cambiando de tema, no les ha pasado que hay días que no existieron, pues así fue para mi ayer, ni cuenta me di, yo pasé del 30 de octubre al primero de noviembre, creo que hay que poner más atención, pues los días se desaparecen.
Adiós
1 de noviembre de 2004
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