Pues bien, después de más de un año de trabajar arduamente, por fin pude tomar vacaciones. Como estaba muy cansadito (pobre de mí), tuve que elegir un lugar especial... así que mi elección fue Brasil. Los días previos estaba yo ya como zombi, fue la semana más larga de la que tengo memoria, pero al fin llegó el día y así me fue:
Día 0: Salida en la noche... Yo no sé a quién se le ocurrió (si sé, a los malditos gringos y sus paranóias) que uno tiene que llegar al aeropuerto 3 horas antes de la salida del avión. Eso les va perfecto a los miles de locales comerciales que hay en todos lados en el aeropuerto de la Ciudad de México. Por cierto, no recuerdo que ningún otro aeropuerto parezca centro comercial como éste. Pues bien, ya hechos todos los trámites (formarse en Varig, documentar maletotas, pasear como tonto muchas horas) me dirijí a la sala correspondiente, la sorpresa es que el avión salía retrasado, tardó dos horas más... en fin, por fin llegó la hora y a volar. Cenita y dormir con el cuello torcido y la espalda triturada.
Día 1: Llegada a São Paulo muy temprano, traslado al hotel, descansar un ratito, baño, y salir a conocer la ciudad (debo aclarar que nunca antes había estado en Brasil). En SP me quedé sólo un día, básicamente para que cuando alguien me pregunte "¿conoces São Paulo" yo pueda responder muy seguro "sí, claro". Es una ciudad gigantesca, del tamaño de la Ciudad de México o más grande, y es el centro financiero e industrial de Brasil. Caminé un poco por la ciudad, básicamente por su zona central. Todas las ciudades Brasileñas, pero particularmente esta, son igal de sucias que las mexicanas. En relaidad los brasileiros y los mexicanos somos muy parecidos. En la noche a antrear en algo parecido a la Condesa pero con discos. Fin del día.
Día 2: Salida a la ciudad de Manaus... tres horas y media de viaje, pues está al norte del país, inmersa en la selva amazónica. Esta ciudad se encuentra en la ribera del Río Negro (¡que es negro!, es decir el agua tiene tonalidades negras). Es domingo así que la zona en donde me encuentro está llena de amazonas (y amazonos, pero en esos no me fijé). Aquí fue donde descubrí la famosísima caipirinha, que es una bebida hecha con un aguardiente llamado cachaça, limón, azucar y hielo... deliciosa. La calle reibereña se convierte en el lugar donde uno puede encontrar la vida nocturna en esta ciudad, vale la pena.
Hasta aquí llego hoy. seguiré contando, falta lo mejor, no se lo pierdan, en este mismo baticanal a esta misma batihora.
Adiós
14 de octubre de 2004
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